Naci� en el peque�o pueblo de Pimampiro, en Ecuador, un pa�s de c�ndores y delfines. Es el resumen de sus mayores: m�sicos populares que cantaban en el tiempo en que los medios de comunicaci�n no impon�an los gustos. Escuch� los pasillos de los ecuatorianos Julio Jaramillo y Olimpo C�rdenas, que tuvieron que irse de un pa�s que expulsa a sus hijos. Am� el pasillo, esa m�sica que no es triste sino que tiene melancol�a: habla de pa�uelos en despedida y amores tr�gicos. Entendi� que el bolero iba a durar m�s de los 100 a�os que tiene y baj� al Valle del Chota, donde los m�sicos negros hacen himnos populares de celebraci�n de la vida.
Segundo Rosero viaj� con los saberes de su tierra hasta la Costa: un deslumbrante mundo que le ense�� que era posible fundir las melod�as hasta encontrar un puente donde estuvieran todos. Julio Jaramillo hab�a encontrado ese puente entre la vieja tradici�n musical ecuatoriana -llena de poes�a deslumbrante y melod�as acad�micas- y los cantares que requer�a un pa�s en permanente construcci�n.
Segundo Rosero sabe que la tarea de un m�sico popular est� en transmitir la sensibilidad de una �poca, esa que entrega como don a los m�sicos para que la difundan con respeto. Eso piensa cada ocasi�n que se encuentra con su gente y con las nuevas que vendr�n para llorar y re�r como si el tiempo no se acabara nunca, como si la memoria de esta Am�rica Mestiza, en el sentido cultural, hermanara a sus pueblos ante la celebraci�n de la M�sica.
Segundo Rosero viaj� con los saberes de su tierra hasta la Costa: un deslumbrante mundo que le ense�� que era posible fundir las melod�as hasta encontrar un puente donde estuvieran todos. Julio Jaramillo hab�a encontrado ese puente entre la vieja tradici�n musical ecuatoriana -llena de poes�a deslumbrante y melod�as acad�micas- y los cantares que requer�a un pa�s en permanente construcci�n.
Segundo Rosero sabe que la tarea de un m�sico popular est� en transmitir la sensibilidad de una �poca, esa que entrega como don a los m�sicos para que la difundan con respeto. Eso piensa cada ocasi�n que se encuentra con su gente y con las nuevas que vendr�n para llorar y re�r como si el tiempo no se acabara nunca, como si la memoria de esta Am�rica Mestiza, en el sentido cultural, hermanara a sus pueblos ante la celebraci�n de la M�sica.
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